Se acerca el 16 de mayo y la batalla electoral entra en los momentos de mayor actividad. Crece la competencia por conquista de espacios de poder. Los politiqueros recorren las calles, barrios y campos ofreciéndo dádivas y comprando la conciencia de todo el que se acerca. Aprovechándose de las necesidades que sufre el pueblo hambriento. Muchos de ellos siquiera fueron elegidos por las bases de sus partidos, sino que han sido impuestos por las cúpulas.
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Lamentablemente mucha gente se contagia por clientelismo, sin preguntar siquiera cuales son sus Nochebuenas, mientras los males sociales permanecen igualitos.
Perto ya este pueblo empieza a despertar y a decir no a los politiqueros baratos. De esta manera seleccionará a sus representantes y empezará a cambiar esta terrible calamidad en la que nos tienen metidos.
Aprovechando este funesto acontecimiento, el gobierno norteamericano montó una gran propaganda de supuesta violencia e inseguridad, y la no existencia de mecanismos del pueblo para canalizar ayuda y reconstruir su país, con lo que pretende justificar la ocupación militar con 20,000 soldados armados hasta los dientes, cuando lo que se necesita son alimentos, médicos, rescatistas, medicina, técnicos. 
Esta desgracia del pueblo hermano ha sido aprovechada por el imperio yanqui para fortalecer sus pretensiones de montar una base militar en Haití, o en la isla Tortuga, como ha sido siempre su deseo.
