Este primero de mayo hubo concentraciones, marchas, víacrucis, aumentos salariales, decretos y hasta leyes a favor de los trabajadores en varios países del mundo.
En la República Dominicana el Día Internacional de los Trabajadores y Trabajadoras pasó sin pena ni gloria.
Los gobiernos que han tenido los sectores trabajadores dominicanos, lejos de crear un ambiente esperanzador a los que mueven el desarrollo y la economía, imponen el desprecio, la frustración, el pesimismo, el abandono, la explotación y la división.
Se reúnen, discuten y toman decisiones junto a los patrones, incentivan y dan beneficios a sus empresas. Mientras el humilde trabajador y trabajadora, tiene que bandeársela como Dios manda. Sin apoyo del gobierno y también enfrentar la
competencia, muchas veces desleal, de los grandes productores.
En este siglo XXI, hay empresas que no permiten la organización sindical de sus obreros; las zonas francas se chupan la sangre de nuestros jóvenes y mujeres; el desempleo afecta a decenas de miles de personas en edad productiva; los trabajadores agrícolas se encuentran endeudados y abandonados y lo peor, para conseguir un empleo, tienen que adular a los politiqueros de turno, pese a que son los más mal pagados de todo el continente.
La única esperanza de los trabajadores, es la unidad y la lucha, para que los gobiernos atiendan sus demandas y para continuar forjando la nueva sociedad, en la que puedan convivir junto a su familia, con dignidad, decoro, justicia, paz y pan.
En la República Dominicana el Día Internacional de los Trabajadores y Trabajadoras pasó sin pena ni gloria.
Los gobiernos que han tenido los sectores trabajadores dominicanos, lejos de crear un ambiente esperanzador a los que mueven el desarrollo y la economía, imponen el desprecio, la frustración, el pesimismo, el abandono, la explotación y la división.
Se reúnen, discuten y toman decisiones junto a los patrones, incentivan y dan beneficios a sus empresas. Mientras el humilde trabajador y trabajadora, tiene que bandeársela como Dios manda. Sin apoyo del gobierno y también enfrentar la
competencia, muchas veces desleal, de los grandes productores.En este siglo XXI, hay empresas que no permiten la organización sindical de sus obreros; las zonas francas se chupan la sangre de nuestros jóvenes y mujeres; el desempleo afecta a decenas de miles de personas en edad productiva; los trabajadores agrícolas se encuentran endeudados y abandonados y lo peor, para conseguir un empleo, tienen que adular a los politiqueros de turno, pese a que son los más mal pagados de todo el continente.
La única esperanza de los trabajadores, es la unidad y la lucha, para que los gobiernos atiendan sus demandas y para continuar forjando la nueva sociedad, en la que puedan convivir junto a su familia, con dignidad, decoro, justicia, paz y pan.
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